¿Cómo identificamos visualmente los defectos del vino? ¿A que huelen los vinos que se han perdido? ¿Y su sabor? Algunos fallos son evidentes, pero hay otros que no lo son tanto.
Conoce el lenguaje y la descripción que identifican las alteraciones en las propiedades organolépticas deseadas en el vino. Aprende a reconocerlos sin temor. Entre los fallos más comunes y las palabras que expresan algo negativo sobre el vino, existe su correspondiente descripción visual, olfativa y gustativa, que varía según la intensidad dependiendo del defecto detectado.
1. Oxidado
Visualmente: el exceso de exposición al oxigeno, tanto para los vinos blancos como tintos, los conduce gradualmente a un color marrón. En los tintos, un marrón apagado, y en los blancos un dorado oscuro o marrón.
Olfativamente: el vino pierde su carácter frutal, quedando una nota plana «polvorienta», que puede recordar al caldo de carne, a humedad, al olor a acelga o curry. Aromas rancios.
Gustativamente: los sabores frescos se vuelven más amargos, secos y con notas de quemado o tostado. Pierde la acidez quedando un vino diluido.
Causa: se produce cuando el vino entra en contacto con el oxigeno durante demasiado tiempo. La «oxidación» del vino puede producirse durante su elaboración o después del embotellado.
2. Corcho húmedo
Olfativamente: olores a humedad, cartón mojado, moho.
Gustativamente: carecerá de sabores frutales destacando los amargos o sin gusto.
Causa: el corcho de alcornoque, sigue utilizándose como la mejor solución para embotellar vinos que necesitan permanecer un tiempo en botella, aunque existe el riesgo de contaminación. Sucede cuando el vino entra en contacto con un corcho infectado por hongos, contaminado por TCA (tricloroanisol), pero también puede aparecer en otros utensilios o elementos de madera, depósitos y paredes.
3. Sulfurosos
Olfativamente: olor punzante a cerillas recién apagadas, caucho o fósforos quemados, naftalina.
Gustativamente: carece de sabores frutales destacando los amargos, o sin gusto. Provoca picor, sequedad.
Causa: el Dióxido de Azufre (SO2) es la sustancia química más utilizada en la elaboración del vino, que ayuda a prevenir la oxidación y estabilización del mismo. Sin embargo, si las cantidades han sido utilizadas en exceso, provoca aromas y sabores desagradables.
4. Segunda Fermentación
Visualmente: apariencia turbia, burbujas en vinos tranquilos. Es decir, en vinos que no son espumosos o de aguja.
Causa: crecimiento de levaduras o bacterias que provocan la apariencia turbia, las burbujas del vino, son el resultado de una segunda fermentación no provocada o intencionada en la botella. Se produce por una falta de esterilidad que provoca la presencia de microorganismos. Aunque en apariencia es un fallo del vino y pueda resultar desagradable, lo cierto es que son defectos inofensivos y el vino se podría consumir en muchos casos.
5. Acidez volátil
Olfativamente: fácil de identificar por el olor a vinagre, esmalte de uñas.
Gustativamente: sabor a vinagre, agrio y sin intensidad, débil.
Causa: el vino es atacado por una bacteria llamada «Acetobacter«, por la ausencia de SO2, las bajas concentraciones de alcohol, la abundante presencia de oxigeno (si una botella permaneció abierta durante demasiado tiempo) y también, se desarrolla con facilidad en temperaturas altas.
6. Huevos Podridos
Olfativamente: huevos podridos, ajo, vegetales en descomposición.
Gustativamente: huevos podridos
Causa: existen diversas causas. Residuos de azufre utilizado en la piel de la uva, excesiva presencia de sulfuro de hidrógeno durante la vinificación, insuficiente clarificación de los mostos blancos antes de la fermentación o insuficiente aireación durante la vinificación.
7. Pequeños cristales
Foto ácido tartárico: demystifiedvine
Visualmente: aparecen como cristales claros que se ven más bien como el azúcar en el fondo de una botella. A veces, estos cristales se adhieren al corcho, depende de la forma de almacenaje.
Causa: es un defecto de elaboración cuando el vino no ha sido bien estabilizado, el ácido tartárico no ha sido suficientemente tratado durante la vinificación. Es un componente natural que se encuentra en las uvas, y por lo tanto en el vino, que cristaliza cuando se vuelve muy frío, o si el vino es viejo. Los «cristales de ácido tartárico» no son perjudiciales ni para el vino ni para el consumidor, pero resulta desagradable o puede ser motivo de queja en un restaurante, ya que se hubiera podido evitar con una simple decantación previa.
*Fuente de la imagen: Derek Gavey